Técnicamente es una película de matrícula, desde el montaje de imágenes y la edición de sonido hasta el uso de la banda sonora son de matrícula de honor; el guión está muy bien estructurado y lo cierto es que su fuerza de convicción es inquietante.
Ahora bien, si nos paramos a analizar el contenido, la chicha, la información que aporta, ... vamos, todo aquello por lo que creo que un documental debe en gran parte ser juzgado, el film me ha parecido una mierda monumental; más o menos algo parecido a la que cagaría un tiranosaurio rex que hubiera sufrido un año de estreñimiento. Y eso siendo benevolente.
No simpatizo con la Iglesia Católica ni con ninguna religión, considero que el gobierno de los EEUU tiene bastante de organización criminal y me gusta que la Reserva Federal se mantenga lo más lejos posible de mi casa; pero tanto como desconfío de estas instituciones detesto que me traten como a un imbécil, cosa que este pseudodocumental pretende hacer fotograma tras fotograma: miente, falsea, tergiversa y manipula con tanto descaro que
Joseph Goebbels no podría evitar el impulso de hacer la ola varias veces. En lugar de partir de las pruebas para llegar a una conclusión objetiva, como se supone que debe hacer todo documental que se precie, los responsables de este ñordo demagógico manejan la información para que concuerde con sus hipótesis: si hay pruebas que la refuten, las ocultan; si no encuentran datos que las corroboren, se los inventan.
Su técnica es elemental: partiendo desde la seguridad que la inclinación de su público potencial para tragarse cualquier teoría conspiranoica hará que se crean a pies juntillas lo que les ponga por delante, sirven un menú a base de montajes de imágenes rápidos que no permitan digerir la información, y datos (falsos, descontextualizados y hasta alguno verdadero) que por separado no quieren decir nada pero que juntos tampoco (pero el montaje da la sensación que sí); luego lo sazonan con declaraciones que o están sacadas de contexto o las hacen personajes a los que ni Iker Jiménez se atrevería a invitar a Cuarto Milenio (como un supuesto profesor de física que asegura haber demostrado que las vigas de las torres gemelas fueron manipuladas cuando ya hace años que se demostró que el payo mentía más que hablaba).
No sé si yo hubiera picado el anzuelo de no haber estudiado mitología y religión. La primera parte está tan llena de falsedades que casi me da un ataque de apoplejía: por la tetera de Russell! Si lo primero que hacen es afirmar que Horus nació un 25 de diciembre, hijo de una virgen, con una estrella en el cielo, adorado por tres reyes, muerto en la cruz y resucitado al tercer día... y se quedan tan panchos después de soltar semejante ristra de sandeces que no aparecen en ningún manual de mitología egipcia! Luego hacen lo mismo con otras divinidades... hasta llegan a decir que Dioniso nació de una virgen y era llamada "el único hijo de dios" ¡Dioniso! ¡él, que era hijo de Zeus el Pichabrava! Después de escuchar estas gilipolleces ya no he podido tomarme en serio nada de lo que han dicho (aunque tampoco era muy difícil). Sigue una comida de tarro monumental en la que mezclan la biblia, el libro de los muertos y el horóscopo que me hacía dudar entre ponerme a reir o llorar. Lo más gracioso (o triste, depende de por donde se mire) es que pretenden hacer pasar el sincretismo del que han bebido todas las religiones en todas las épocas como una conspiración orquestrata por misteriosos poderes para renovar la religión y así poder manipular al pueblo a su antojo.
De la segunda parte, la de los atentados del 11S, esperaba que aportara alguna información nueva que no hubiera encontrado ya en anteriores pseudodocumentales pro-conspiración, pero nada: las mismas falsas informaciones de siempre (que si no todos los terroristas murieron, que si no se encontraron restos del avión del pentágono, etc) ahora acompañadas de montajes de imágenes como el de la gente declarando haber escuchado explosiones en las torres gemelas - son listos, en lugar de afirmarlo ellos, sacan a un montón de testigos traumatizados y confundidos y descontextualizan sus declaraciones. Hace años algo así me habría causado incredulidad y algo de risa, pero con 3000 muertos debajo, arcadas es lo que me ha provocado.
De la tercera parte no puedo decir mucho ya que tras las dos primeras ya no tenía ganas de estar atento a tamaño cúmulo de despropósitos.
Lo bueno es que sobre el 11S, sobre la religión y sobre las élites económicas se pueden hacer (y se han hecho) muchos y buenos documentales sin tener que recurrir a mentiras y montajes. Puedo coincidir con algunas ideas de los responsables del film, pero me ofende que para defenderlas recurran a las mismas prácticas que atribuyen a las instituciones que critican.
Me reitero en lo que he dicho antes, una puta mierda.